Para esta clase nos pidieron que describiéramos cómo sería nuestro cuarto ideal. Debo confesar que lo primero que hice fue agarrar una hoja de papel y empezar a diseñar cómo se vería. Luego los profesores se dieron cuenta que varios hacían eso y nos explicaron que ésa no era la idea. Lo que ellos quería era que describiéramos cómo debía ser este espacio perfecto, y no cómo se debía ver.
Me dí cuenta que era un ejercicio para ensañarnos cómo hacer un proyecto. El proyecto no empieza con la solución sino con el problema y si bien ya lo había puesto por escrito era ahora que me daba cuenta que no es tan fácil y requiere de bastante esfuerzo pensar en las necesidades y estudiarlas para luego pensar cómo resolver el problema.
Pensando un poco más sobre qué es lo que buscaba en este cuarto, se me ocurrió escribir qué es lo que quería sentir cuando estuviera allí.
Llego a mi casa después de un día interesante de universidad y lo que busco en este espacio no es desconectarme del mundo sino conectarme conmigo misma. Quiero entrar a mi cuarto y tener una explosión de sensaciones que me tranquilizan y me calman para tener un momento de reflexión y así encontrarme con nada más y nada menos que con María Inés. No sólo quería ver algo que me produjera calma sino quería oler a paz, sentirme viva, escucharme a mí misma y saborear lo maravilloso que sería el momento de mi vida cuando sepa sin duda alguna quién soy, a donde voy y porqué estoy aquí.
Yo me siento exactamente igual con la creación de un cuarto ideal. Tienes mucha razón al decir que debemos encontrarnos con nosotros mismos, recordar quienes somos, porque con la vida tan ajetreada que llevamos nos olvidamos del porqué estamos acá, en nuestro caso estudiando arquitectura. Creo que todo ser humano necesita un espacio para sí mismo, y qué mejor espacio que su cuarto para poder estar en paz, poder deconectarse del mundo y crear uno propio.
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